Sinopsis.

No se intenta reconciliación entre Oriente y Occidente sino más bien ponerlos en tensión. A partir de Nāgārjuna", se explora cómo la neurociencia de Antonio Damasio (cuerpo, sentimiento, homeostasis) y la neurofenomenología de Francisco Varela (cognición enactiva) resuenan —y se distancian— de una lógica que niega toda esencia. También en diálogo con el Wittgenstein tardío (lenguaje como práctica) y Richard Rorty (ética sin fundamento). La acción es posible precisamente porque nada tiene esencia.

🌪️ Capítulo 1 “No tengo tesis”: la lógica del desarme en "Vigrahavyāvartanī".

Hoy, en la era de las opiniones fuertes y los perfiles bien definidos, decir “no tengo tesis” suena a cobardía intelectual.

Pero para Nāgārjuna, era el único gesto coherente.

Porque toda tesis —aunque hable de vacuidad— reifica lo que pretende liberar.

💡 Lo que el New Age no quiere oír.

El espiritualismo moderno ama decir: “Todo es uno”, “La conciencia es todo”, “La vacuidad es plenitud”.

Pero Nāgārjuna no afirma nada.

Ni siquiera la vacuidad.

🚩 ¡Cuidado! Aquí huele a svabhāva disfrazado de no-dualidad. 

A continuación, capítulo 1 del libro: No tengo tesis: vacuidad, cuerpo y lenguaje después de Nagarjuna.

🌪️ No tengo tesis”: la lógica del desarme en Vigrahavyāvartanī

“Si yo tuviera alguna tesis (pratijñā),
tendría ese defecto.
Pero como no tengo ninguna tesis,
no tengo defecto alguno.”

Vigrahavyāvartanī, v. 29


💥 1. El gesto inaugural: responder sin afirmar

La Vigrahavyāvartanī (“Abandono de la discusión”) no es un tratado metafísico.
Es una maniobra defensiva convertida en ofensiva ontológica.

Nāgārjuna es confrontado por un oponente —probablemente un lógico nyāya o un realista sāṃkhya— que le exige:

“Si dices que todo es vacío, ¿cuál es tu tesis? ¿En qué te basas para negar la esencia?”

La trampa es clara:
si Nāgārjuna afirma cualquier cosa como fundamento —incluso la vacuidad—, cae en contradicción.
Porque si todo carece de svabhāva (naturaleza propia), entonces su propia afirmación también carecería de ella… y no podría sostenerse.

La genialidad de Nāgārjuna no está en evadir la pregunta,
sino en mostrar que la pregunta misma presupone lo que niega.

El oponente asume que para hablar con sentido, uno debe afirmar algo real.
Pero Nāgārjuna responde:

El lenguaje no necesita fundamento ontológico para funcionar.
Basta con que sea prajñapti: designación convencional, útil, dependiente.

No niega la lógica. La usa.
Pero la despoja de su pretensión de acceder a lo real.

😏 Moraleja: La lógica, como el lenguaje, es una herramienta —no un espejo del ser.


🔍 2. La crítica al pramāṇa: cuando los instrumentos se vuelven contra sí mismos

Uno de los núcleos más radicales de la Vigrahavyāvartanī es su análisis de los pramāṇas —los “instrumentos válidos de conocimiento” (percepción, inferencia, testimonio…).

Las escuelas ortodoxas (Nyāya, Mīmāṃsā) decían:

Sin pramāṇas fiables, no hay conocimiento.

Nāgārjuna pregunta: ¿de dónde surgen los pramāṇas?

  • Si surgen de sí mismos (svataḥ): absurdo. Un instrumento no puede conocerse a sí mismo sin objeto.
  • Si surgen de otro (parataḥ): entonces dependen de algo externo… que a su vez requeriría otro pramāṇa, y así ad infinitum.
  • Si surgen de ambos: heredan ambas contradicciones.
  • Si surgen sin causa: son arbitrarios.

Conclusión: los pramāṇas no tienen svabhāva.
Pero eso no los invalida. Solo los sitúa en el terreno de lo convencional.

Aquí late una resonancia profunda con Francisco Varela:
en The Embodied Mind, muestra que la cognición no es representación de un mundo pre-dado,
sino enacción —acción que genera simultáneamente al cognoscente y a lo cognoscido.

Nāgārjuna diría: exacto.
Pero añadiría:

Incluso esa “co-emergencia” no es una realidad última.
Es prajñapti.
Funciona. No es.


🗣️ 3. Vacuidad y lenguaje: ¿cómo hablar sin reificar?

El oponente insiste:

“Si todo es vacío, entonces tus palabras también lo son. ¿Por qué deberíamos creerte?”

Nāgārjuna no responde con una teoría del lenguaje.
Responde con una distinción pragmática:

  • A nivel convencional (saṃvṛti-satya): usamos palabras —yo, karma, vacuidad, causa, efecto.
  • A nivel último (paramārtha-satya): ninguno de esos términos se sostiene bajo análisis.

Pero —y esto es crucial—
el nivel convencional no es “falso”. Es funcional.
Como una balsa: no es la orilla, pero permite cruzar el río.

🚩 ¡Cuidado! El New Age toma la balsa por el océano.
Dice: “La vacuidad es la conciencia primordial.”
Pero Nāgārjuna jamás diría eso.

Para él, “vacuidad” es solo el nombre que damos a la ausencia de svabhāva en los fenómenos.
No es una entidad.
No es una fuente.
No es una experiencia mística.
Es una consecuencia lógica del análisis dependiente.


🧠 4. Diálogo con Damasio: el “yo” como mapa sin territorio

Antonio Damasio, en El error de Descartes y Y el cerebro creó al hombre, describe cómo el “yo” emerge como un mapa corporal en el cerebro: una representación dinámica que permite la autorregulación.
Es necesario para la vida… pero no es una sustancia.

Nāgārjuna estaría de acuerdo… hasta cierto punto.

Damasio sigue operando con la idea de que hay un organismo real que genera el mapa.
Pero Nāgārjuna preguntaría:

¿Y ese organismo? ¿Tiene svabhāva? ¿O también es prajñapti?

Aquí no hay contradicción. Hay diferencia de niveles:

🟢 Damasio describe el cómo empírico del yo.
🔴 Nāgārjuna desmonta el qué ontológico del yo.

Ambos coinciden en que el yo no es una esencia.
Pero solo Nāgārjuna niega que algo —ni siquiera el cuerpo— sea “real en sí mismo”.

Esto no invalida a Damasio. Lo sitúa.
Y en ese gesto de situar sin negar, late el Camino Medio.


5. ¿Es Nāgārjuna un escéptico?

Muchos lo han llamado así.
Pero el escéptico dice: “No podemos conocer la verdad.”

Nāgārjuna dice:

“No hay verdad que conocer, porque no hay entidades que posean verdad.”

No es escepticismo epistemológico.
Es nihilismo ontológico negado desde la convención.

Él no duda. Ve.
Y lo que ve es que todo lo que creemos sólido se deshace al tocarlo con la lógica.


🌀 6. Hacia un constructivismo vacío

Si forzamos una síntesis contemporánea, diríamos que Nāgārjuna propone un constructivismo sin constructor:

  • No hay sujeto que construya.
  • No hay mundo que sea construido.
  • Hay relación funcional, designación dependiente, uso convencional.

Es un constructivismo que se consume a sí mismo:
construye para mostrar que no hay nada que construir.

Por eso lo llamamos —con cuidado, con temor—

constructivismo vacío.

😏 Moraleja: Construye… para que nada quede en pie.


🧘 Ejercicio contemplativo: “¿Quién sostiene esta tesis?”

Siéntate en silencio.
Lee de nuevo el verso 29:

“Si yo tuviera alguna tesis, tendría ese defecto. Pero como no tengo ninguna, no tengo defecto alguno.”

Ahora pregúntate:

  • ¿Hay en mí una “tesis” sobre la vida, el yo, la verdad, la espiritualidad?
  • ¿La sostengo como convención útil… o como realidad última?
  • Si la suelto, ¿qué queda? ¿Miedo? ¿Alivio? ¿Confusión?

No busques una respuesta.
Permanece en la pregunta.

Observa cómo la mente intenta aferrarse a algo
aunque sea a la idea de “no aferrarse”.

Este no es un ejercicio para “alcanzar la vacuidad”.
Es un ejercicio para dejar que la vacuidad te atraviese.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Gracias por invitarme a tu blog y por escribir esto. Nāgārjuna no escribió para consolar. Escribió para liberar. Y liberarse —soltar lo que creíamos real— duele. Namasté, Juana.

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