Capítulo 3 “Ni existe ni no existe”: el yo como designación sin sustrato en MMK 18.
Primero la versión post o blog del capítulo 3 y a continuación, el capitulo íntegro.
🌪️ “Ni existe, ni no existe”: ¿quién dice “yo”? 💥
“El Bienaventurado no enseñó en ningún momento,
en ningún lugar, que el yo exista o no exista.”
— Nagarjuna en Mūlamadhyamakakārikā 18.6
El Buda no cayó en la trampa.
No dijo “el yo existe” (eternalismo).
No dijo “el yo no existe” (nihilismo).
Porque la pregunta misma refuerza el aferramiento.
Es como si alguien, alucinando una serpiente en una cuerda, te preguntara:
“¿La serpiente es venenosa o inofensiva?”
No discutes su toxicidad.
Le muestras que no hay serpiente.
Pero —y esto es crucial— tampoco le dices “no hay nada”.
Porque durante la alucinación, hay miedo.
Y ese miedo es real convencionalmente.
🧠 Damasio: el “yo” como mapa corporal.
En Sentir y saber (2021), Antonio Damasio describe cómo el “yo” emerge como un mapa corporal en el cerebro: una representación dinámica que permite la autorregulación.
Es necesario para la vida… pero no es una sustancia.
Nāgārjuna asentiría… hasta cierto punto.
Porque Damasio sigue asumiendo que hay un organismo real que genera el mapa.
Pero Nāgārjuna preguntaría:
¿Y ese organismo? ¿Tiene svabhāva? ¿O también es prajñapti?
🟢 Damasio describe el cómo empírico del yo.
🔴 Nāgārjuna desmonta el qué ontológico del yo.
🔑 ¿Tiene svabhāva? ¿O es prajñapti?
Dos preguntas que desmontan el mundo
Cuando Nāgārjuna analiza algo —el yo, el tiempo, la causa, el cuerpo—, siempre hace dos preguntas:
❓ ¿Tiene svabhāva?
→ ¿Existe por sí mismo, de manera independiente, inmutable y autosuficiente?
→ Si la respuesta es sí, entonces es una ilusión ontológica (aferramiento).
❓ ¿Es prajñapti?
→ ¿Es una designación convencional, útil, dependiente, que funciona en la vida diaria… pero que no resiste el análisis último?
→ Si la respuesta es sí, entonces es verdad convencional (saṃvṛti-satya): válida para actuar, pero no para aferrarse.
🌀 Varela: el “yo enactivo”.
Francisco Varela propuso que el yo no es una representación central, sino un proceso enactivo emergente: un “self” que se constituye en la interacción sensoriomotriz con el mundo.
Esto se acerca asombrosamente al budismo:
No hay homúnculo interno.
El yo es proceso, no sustancia.
Pero Varela, por riguroso que sea, sigue hablando del “self como proceso real”.
Nāgārjuna iría más lejos:
Incluso “proceso” es prajñapti.
No hay “yo enactivo”.
Hay designación funcional de un patrón sin núcleo.
🚩 El New Age y el “yo soy conciencia”.
Aquí el New Age comete su error más grave:
“El yo no es el cuerpo ni la mente. El yo es conciencia pura.”
Esto suena a no-dualidad, pero es eternalismo puro.
Ha eliminado el yo personal… para reemplazarlo por un yo cósmico, inmutable, testigo.
Nāgārjuna lo desmonta en MMK 18.2:
“Si la conciencia (vijñāna) fuera el yo, el yo sería múltiple, porque hay múltiples conciencias (visual, auditiva, etc.).”
😏 Moraleja: El “yo soy conciencia” no es liberación. Es una prisión más sutil.
🧘 Ejercicio contemplativo: “¿Quién dice ‘yo’?”
Siéntate.
Cada vez que surja la palabra “yo” en tu mente —“yo quiero”, “yo recuerdo”, “yo sufro”—, detente.
Pregúntate:
¿Dónde está ese “yo”?
¿Es la sensación? ¿El pensamiento? ¿La memoria?
¿Puedes señalarlo sin usar otro pensamiento que diga “yo”?
No busques una esencia. Observa el acto mismo de nombrar.
Verás que “yo” es un verbo disfrazado de sustantivo.
Permanece en esa observación.
No como búsqueda, sino como dejación del buscador.
“El Bienaventurado no enseñó en ningún momento,
en ningún lugar, que el yo exista o no exista.”
— Nagarjuna en Mūlamadhyamakakārikā 18.6
Capítulo 3.
1. La doble negación como medicina.
Nāgārjuna no dice “el yo no existe”.
Tampoco dice “el yo existe”.
Dice: el Buda se negó a pronunciarse sobre ambas opciones.
¿Por qué? Porque ambas caen en los extremos que el Camino Medio evita:
Eternalismo: afirmar un yo (ātman, alma, conciencia permanente).
Nihilismo: negar el yo como si hubiera algo que aniquilar.
El gesto del Buda —y de Nāgārjuna— no es ontológico, sino terapéutico.
No responde a la pregunta “¿existe el yo?” porque la pregunta misma refuerza el aferramiento.
Es como si alguien, alucinando una serpiente en una cuerda, te preguntara: “¿La serpiente es venenosa o inofensiva?”.
No discutes su toxicidad. Le muestras que no hay serpiente.
Pero —y esto es crucial— tampoco le dices “no hay nada”. Porque durante la alucinación, hay miedo. Y ese miedo es real convencionalmente.
Así opera Nāgārjuna: no niega la experiencia del yo; niega su estatuto ontológico.
2. El análisis de los agregados (skandhas).
En el capítulo 18, Nāgārjuna examina los cinco skandhas —forma, sensación, percepción, formaciones mentales, conciencia— que, según el budismo temprano, componen lo que llamamos “persona”.
Pregunta:
¿Es el yo idéntico a los skandhas? → Entonces sería múltiple, cambiante, impermanente.
¿Es distinto de los skandhas? → Entonces sería una entidad separada, invisible, inútil.
¿Está en los skandhas? ¿Los posee? ¿Es su producto?
Todas las opciones llevan a contradicción.
Conclusión: el yo no se encuentra en ninguna parte.
Pero —y aquí está la sutileza— tampoco se afirma que “no se encuentra” como si hubiera un lugar donde buscarlo.
El yo no es una entidad ausente. Es una designación dependiente (upādāya prajñapti) aplicada a un flujo de procesos interdependientes.
Funciona. No es.
3. Damasio y el “sentir primordial”: ¿fundamento o convención?
En Sentir y saber (2021), Antonio Damasio propone un giro radical:
La mente no comienza con el pensamiento, sino con el sentimiento.
Antes de “yo pienso”, está “yo siento” —una conciencia corporal primordial que surge de la regulación homeostática del organismo.
Este “sentir” no es emoción, ni pensamiento. Es la percepción inmediata del estado del cuerpo: equilibrio, desequilibrio, necesidad, alivio.
Para Damasio, esto es el sustrato biológico de toda subjetividad.
Nāgārjuna no negaría la utilidad de esta descripción.
Pero preguntaría: ¿ese sentir tiene svabhāva?
Si el sentir depende del cuerpo,
y el cuerpo depende de los elementos (tierra, agua, fuego, aire),
y los elementos dependen de condiciones externas,
y esas condiciones dependen de otras…
...entonces incluso el sentir más primordial es prajñapti: designación funcional en un flujo sin esencia.
Damasio describe el cómo empírico del surgimiento del yo sentiente.
Nāgārjuna niega el qué ontológico del sentir mismo.
No hay contradicción. Hay diferencia de niveles:
Damasio opera en saṃvṛti-satya (verdad convencional): el sentir es real como proceso biológico.
Nāgārjuna opera en paramārtha-satya (verdad última): ningún proceso, ni siquiera el homeostático, posee naturaleza propia.
Y en El extraño orden de las cosas (2018), Damasio va más lejos:
La cultura —ética, arte, justicia— es una extensión de la homeostasis.
Nāgārjuna asentiría convencionalmente: sí, la ética reduce el sufrimiento.
Pero negaría últimamente: ni la homeostasis, ni la cultura, tienen dirección ontológica.
La vida no “busca” equilibrio. Solo deviene, dependiente, vacía.
4. Varela y el “yo enactivo”: resonancia y límite.
Francisco Varela, en sus últimos trabajos, propuso que el yo no es una representación central, sino un proceso enactivo emergente: un “self” que se constituye en la interacción sensoriomotriz con el mundo.
Esto se acerca asombrosamente a la visión budista:
No hay homúnculo interno.
El yo es proceso, no sustancia.
Surge en la acción, no en la contemplación.
Pero Varela, por riguroso que sea, sigue hablando del “self como proceso real”.
Nāgārjuna iría más lejos: incluso “proceso” es prajñapti.
No hay “yo enactivo”. Hay designación funcional de un patrón sin núcleo.
La diferencia es sutil, pero ontológica:
Varela describe cómo emerge el yo.
Nāgārjuna muestra que nada emerge como “yo”, porque no hay “nada” que emerja.
5. El New Age y el “yo soy conciencia”.
Aquí el New Age comete su error más grave:
“El yo no es el cuerpo ni la mente. El yo es conciencia pura.”
Esto suena a no-dualidad, pero es eternalismo puro.
Ha eliminado el yo personal… para reemplazarlo por un yo cósmico, inmutable, testigo.
Nāgārjuna lo desmonta en MMK 18.2:
“Si la conciencia (vijñāna) fuera el yo,
el yo sería múltiple, porque hay múltiples conciencias (visual, auditiva, etc.).”
Y en 18.4:
“Si el yo fuera permanente,
no podría experimentar sufrimiento ni cambio.”
El “yo soy conciencia” no es liberación. Es una prisión más sutil.
¡Cuidado! Aquí huele a New Age.
“Conciencia pura” es solo otro nombre para ātman.
Nāgārjuna no afirma testigos. Afirma: no hay nadie que vea, ni nada que sea visto.
6. El yo como devenir sin centro.
Entonces, ¿qué queda?
No un yo. No la ausencia de yo.
Sino acción sin actor, experiencia sin experimentador, devenir sin centro.
Esto no es misticismo. Es coherencia lógica llevada a la vida.
Y en esa coherencia, cesa el sufrimiento: porque el sufrimiento nace del “yo” que quiere, teme, posee, pierde.
Ejercicio contemplativo (actualizado)
Siéntate.
Antes de observar el pensamiento “yo”, observa el sentir corporal que lo precede:
¿Hay tensión en el pecho?
¿Calor en el rostro?
¿Pesadez en el vientre?
Ahora pregúntate:
¿Ese sentir es el yo?
¿O también surge, permanece un instante, y se disuelve… sin dueño?
No busques una esencia.
Observa el acto mismo de sentir como proceso dependiente.
Permanece en esa observación.
No como búsqueda de un “yo verdadero”,
sino como dejación del buscador… y del sentidor.
(Fin del Capítulo 3).
 
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